Semana Santa en Chilcas

RITOS DE LA SEMANA SANTA EN CHILCAS

Preámbulo

Una de las costumbres profundamente arraigadas en Santiago de Chilcas, Ancash, Perú, es la representación teatralizada de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, que se celebra durante la Semana Santa en fecha movible. Esta conmemoración denominada Semana Santa corresponde a todo el mundo cristiano, que llegó al Perú con los conquistadores españoles en el siglo XVI. Fue instituida por la iglesia cristiana, durante los primeros siglos de nuestra era, según los relatos de los apóstoles que escribieron el Nuevo Testamento, para rendir homenaje simbólico de la vida, pasión y muerte del Nazareno. El papado romano configuró en diversos momentos una síntesis ritual que reproducía el martirologio de Cristo, que los europeos aprendieron fielmente para propagar la fe cristiana en todo el viejo continente y en el mundo conquistado por ellos.

La Semana Santa que se practica en Chilcas y en casi toda América de influencia hispana es la que llegó de Europa con las innovaciones hechas por la iglesia, principalmente por los cambios introducidos por San Gregorio y más tarde por el Concilio de Trento. Consiste en dedicar toda una semana de rituales para recordr los distintos pasajes de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, con la activa participación de la gente de la localidad. En Chilcas y en los pueblos vecinos de Acas, Llipa, Cajamarquilla, Pimachi, Ocros, Copa, Huayllacayán y muchos otros, se continúa celebrando la Semana Santa casi en los mismos términos impuesto por los curas doctrineros de la época colonial. A diferencia de las concurridas celebraciones de estos mismos rituales en Ayacucho, Cusco, Huaraz, Tarma o Huánuco, la de Chilcas es más sencilla pero original, por la permanencia de viejos elementos litúrgicos que ya no se conocen en las ciudades mayores y su ligazón a la vida interna de la comunidad.

Hasta 1958 las dos poblaciones lo celebraban alternadamente: Acas como distrito celebraba la Semana Santa en los años pares y Chilcas como anexo lo hacía en los años impares. Cuando Chilcas pasó a ser distrito, la celebración se hizo anual, tanto para Acas como para Chilcas. Con los años, cada pueblo ha configurado sus propias características de la Semana Santa, pero en general, los rituales son casi los mismos.

Durante ocho días de la Semana Santa un grupo de mujeres se encarga de la comida y del café para los feligreses.

Autoridades de vara y funcionarios adornan las andas con cirios y aparatos florales.

La Banda de Músicos San Santiago participa en los actos de la Semana Santa.

En Acas, los rituales de la Semana Santa son similares que en Chilcas. El sábado de gloria es día de alegría que se expresa en bailes con la banda del pueblo.

Sistema de cargos: la llavería

Como en otras festividades, la Semana Santa supone un sistema de cargos que controla la comunidad campesina. Para este caso, el cargo más importante en Chilcas es la llavería. Asume el cargo de llavero, el comunero que ha pasado todos los cargos religiosos y civiles del pueblo, de acuerdo al control del padrón comunal. Eligen anualmente dos llaveros en la plaza pública. Una vez elegidos en el cargo, los comuneros reciben simbólicamente la llave de la iglesia, que el Presidente de la comunidad les impone para que desde ese momento sean reconocidos como los llaveros del próximo año. Luego, con la llave colgada en el pecho, acompañan a los llaveros salientes hasta el final de la procesión pascual. El año venidero serán ellos los funcionarios mayores.

En la organización de la Semana Santa participan todas las autoridades: Presidente de la comunidad campesina, el Alcalde Municipal, el Gobernador, el Juez de Paz, de acuerdo a sus funciones. En realidad, los que supervisan la ejecución de los rituales son las autoridades de vara: Alcalde de Vara, Alguaciles, Regidores, que en Chilcas aparecen sólo durante la Semana Santa. Son los envarados, tanto de Chilcas como de los anexos de Punhuash, la Merced y Cochapampa, quienes controlan el cumplimiento de las costumbres instituidas y los que costean el pago de los maestros cantores para el ritual de los maitines y de los santos varones para cargar el Santo Sepulcro del Viernes Santo.

Los llaveros elegidos tienen la responsabilidad de adornar la iglesia, dotar de cirios al altar mayor y al santo sepulcro, servir café para todo el pueblo durante los días de la semana, dar de comer a la gente, contratar banda u orquesta para acompañar las procesiones y animar la fiesta del sábado de gloria y del domingo de pascua y de brindar todo tipo de servicios a los asistentes a los rituales, desde el domingo de ramos hasta el domingo siguiente. Por todo esto, el cargo de llavería para los comuneros de Chilcas es costoso, asumen muchas responsabilidades. Es también el cargo de mayor jerarquía en el pueblo. El comunero que ha pasado este cargo se convierte en comunero principal, dispensado de toda responsabilidad civil y religiosa.

El llavero Cresencio Campos Reyes  y su familia asisten a la iglesia para presenciar los maitines

Segundino Sotelo y sus acompañantes durante el rito de la adoración.

Lidia Casimiro rodeada de sus acompañantes, remplaza a su esposo en el cargo de la llavería

Los cantos gregorianos

Son varios los ritos propiamente religiosos que se practican durante la Semana Santa en Chilcas: domingo de ramos de palma, la adoración por la muerte de Cristo, guardia al cuerpo de Cristo yaciente, las siete estaciones, los maitines, la desclavación de Cristo, la procesión del santo sepulcro, la misa de gloria, el encuentro de Cristo y de la virgen María, las elecciones de nuevos llaveros, el testamento de Judas, son los principales. Describimos aquí sólo los más importantes de estos antiguos ritos cristianos.

La cuaresma. Antecede a la Semana Santa las seis semanas de la cuaresma, que se inicia después del miércoles de ceniza, una vez terminada la fiesta de carnavales, según el calendario gregoriano. Durante las noches de los viernes de la cuaresma se realizan los rezos litúrgicos y la escenificación de las siete estaciones de la pasión de Cristo. Los rezos consisten en cantar a viva voz los cánticos litúrgicos de los poemas escritos por los sacerdotes de la colonia, escritos en castellano y quechua. Estas escrituras poéticas de profunda fe y alabanza a los símbolos del cristianismo se editaban en Huaraz hasta mediados del siglo XX. En nuestros tiempos ya no se editan, pero los campesinos de Chilcas conservan sus viejos cánticos, que han heredado de generación en generación, por lo que los mantienen cocidos en cartones o en cueros, como joyas bibliográficas dedicadas a la tradición y la fe.

Los maitines. En Chilcas llaman maitines a los rituales del jueves y del viernes santo, donde salen a relucir los cantos gregorianos, aprendido durante los años de la catequización de indios, impuesto por los colonizadores. Lo ejecutan los maestros cantores de la misma localidad, que cantan al unísono los salmos del Antiguo Testamento, algunos laudes, el benedictus, las tinieblas, el miserere y distintos pasajes del Nuevo Testamento, exclusivamente leídos y cantados en latín, desde la dominación española. Lo hacen varias voces al unísono unas veces y alternadamente otras veces, según las normas impuestas por la tradición. Por lo general los cantores han sido siempre varones, pero desde hace dos décadas intervienen también las mujeres cantoras, que cantan en octava alta. Cumplir con los textos completos de los maitines les toma más de dos horas. Los distintos pasos del canto gregoriano lo van marcando con el apagado de las catorce velas colocadas en un triángulo de madera, que es operado por uno de los alguaciles de vara. Desde más de medio siglo atrás, las voces de maestras y maestros cantores es acompañada por música de cuerdas: arpa y violín, que le da al canto gregoriano solemnidad especial y una belleza poético musical extraordinaria. El ritual de los maitines es por eso, uno de los actos litúrgicos más apreciados, donde los ejecutores son los mismos campesinos, sin la participación del sacerdote.

En Chilcas hay en la actualidad toda una generación de maestros cantores de reconocido prestigio: los hermanos Elmer y Merciano Trebejo, Felicinda Trebejo, Licideria Campos, Marden Robles. Ellos son descendientes y discípulos de connotados maestros de épocas pasadas, tales como Margaro Espíritu, Cosme Cruz, Augusto Manrique, Marzano Matta, Adrián Robles, Miguel Reyes. La cantera de cantores en latín sigue en vigencia y son ellos los que le dan prestancia a los ritos de la Semana Santa en Santiago de Chilcas y en los pueblos vecinos donde son contratados para prestar sus servicios.

La adoración al crucifijo en miniatura es un acto en la que participa todo el pueblo.

Los feligreses se acercan a la adoración descalzo y de rodillas.

Cada pareja deja su óbolo, bajo el control del alguacil de vara.

Los maestros cantores Merciano Trebejo, Asísclo Santos y Elmer Trebejo entonan los salmos en estricto latín  romano.

Los maitines gregorianos se cantan en catorce secciones, simbolizados en las velas del triángulo. Al apagar la vela 15 se producen las tinieblas en la que todo es silencio y oscuridad. Se escucha sólo las voces de los maestros cantores.

Los libros de responsorios escritos en latín, castellano y quechua son joyas que ya no se editan en estos tiempos.

Algunos pasajes de los cantos gregorianos se cantan en contrapunto, pero siempre al unísono y de profundo sentimiento místico en un idioma que no conocen.

Felicinda Trebejo en el frontis de la iglesia de Acas. Ella es maestra cantora de la cuarta generación: hija de Elmer Trebejo y bisnieta de don Cosme Cruz.

La desclavación de Cristo

Otro ritual importante de la Semana Santa de Chilcas es la escenificación de la desclavación del cuerpo de Jesús en el Gólgota, a la usanza local. Este acto tiene lugar en la madrugada del Viernes Santo, después de los maitines de rigor que termina aproximadamente a las dos de la mañana del sábado de gloria. Comienza cuando uno de los cantores entona junto con el público asistente el himno “Yo te adoro santa cruz”. A continuación, el maestro cantor principal llama a viva voz, a los santos varones. Los varones, en número de cuatro, especialmente vestidos de blanco, ingresan descalzos a la iglesia, marcando el paso y se ubican junto a la cruz plantada entre la nave y el altar mayor, rodeado de dos plantas con muchas ramas, que los alguaciles sacuden en determinados momentos para simular el temblor de la tierra por la muerte de Cristo. Ante el asombro y la congoja de los feligreses, el maestro cantor principal va ordenando paso a paso el trabajo de desclavar los brazos y pies de Jesucristo, luego depositar los clavos y los demás enseres de la cruz en el santo sepulcro. En cada golpe de martillo de la desclavación se escucha el sonido de las ramas de los árboles plantados en los costados de la cruz, simulando un sismo, mientras la gente pronuncia el murmullo de “santo, santo, santo....” Acto seguido, el cuerpo de Cristo, es conducido por los cuatro varones al santo sepulcro y depositado en sábanas especiales. Culminado este solemne acto de la desclavación, se prenden los cirios colocados alrededor del sepulcro y los aparatos florales son dispuestos en sus cuatro costados.

Cuando son aproximadamente las tres de la mañana, la banda de músicos toca la marcha regular y se inicia la procesión del santo sepulcro con el cuerpo de Cristo, por las calles de “la amargura” en hombros de los varones, especialmente contratados por las autoridades de vara del pueblo y de los tres anexos. La “procesión del viernes santo” como lo llaman, que en realidad es en la madrugada del sábado de gloria, recorre las calles muy lentamente, culminando entre las diez y once de la mañana del sábado. Para los varones que cargan el pesado sepulcro es un verdadero castigo y constantemente tienen que ser ayudados por voluntarios que acompañan la procesión. Cuando llueve, el castigo a los varones es mayor.

El Cristo crucificado es acondicionado en viernes por la tarde para el ritual de la desclavación y la procesión en el santo sepulcro.

Dos árboles artificialmente plantados entre el altar y la nave para simular el sismo.

Los monumentos del altar mayor

En Chilcas denominan “monumento” a la cantidad y variedad de regalos que reciben los llaveros como muestra de solidaridad de familiares y amigos, que son llevados al altar de la iglesia y luego conducido a la casa de los funcionarios. Las muestras de cariño, de apoyo solidario y de reciprocidad costumbrista van llegando a la casa de los llaveros, durante todo el día miércoles y el jueves por la mañana. Regalan maíz, trigo, habas, frutas, panes, bizcochos, flores, cuadros y todo tipo de enseres que las familias obsequian voluntariamente al funcionario. El jueves, después de la adoración de la imagen de Cristo en miniatura y su traslado al altar, llevan todo el “monumento” en platos, bandejas y mates, de la casa del llavero a la iglesia, con acompañamiento de banda de músicos. Cuando la cantidad de regalos es mayor que la cantidad de gente que ayuda el traslado, tienen que hacer dos o tres viajes de cada llavero. El altar mayor es acondicionado especialmente para recibir los “monumentos”, con intervención de los maestros cantores y la administración de las autoridades de vara. Luego, cubren el altar mayor con una cortina negra en señal de luto sacro.

Desde ese instante, la imagen del crucificado en miniatura es colocada en el altar, junto a los “monumentos” y es custodiado por pares de guardianes, que espada en mano, se mantienen arrodillados, hasta que les remplace otro par de feligreses. La guardianía al crucificado continúa toda la tarde y la noche del jueves, hasta la tarde del viernes, que se arma la cruz para la desclavación. Este es el momento en que los “monumentos” son trasladados de la iglesia a la casa de los llaveros, igualmente con participación de mucha gente y acompañamiento de la banda de músicos. Toda esta cantidad de regalos recibidos son para los llaveros de turno, que retribuyen el viernes con los dulces, mazamorras y panes de Semana Santa, gesto costumbrista de reciprocidades instituidas desde tiempos antiguos.

Acompañantes de uno de los llaveros se alistan para trasladar el monumento a la iglesia.

Los cirios mayores encabezan los traslados del monumento y la procesión del viernes santo.

“Huahuas” especialmente preparadas para la ocasión forman parte del monumento.

Cirios, dulces y todo tipo de regalos recibidos son llevados a la iglesia en jueves santo.

El altar mayor de la iglesia acoge el monumento de los llaveros de turno.

Aspecto parcial del monumento de Semana Santa, símbolo de la solidaridad y la reciprocidad andina que están vivas en Santiago de Chilcas.

La otra mitad del altar mayor de la iglesia colmada del monumento, donde ya no queda espacio para depositar más regalos.

Alguaciles de vara custodiando al monumento de uno de los llaveros.

Continúa la adoración del crucifijo en medio de la concurrencia popular.

Se preparan para el retorno del monumento a la casa del llavero.

Mujeres, varones, adultos y niños participan en el regreso del monumento.

En acordes de música salen de la iglesia al encuentro con el cargonte.

Marcha de los enseres donados por el pueblo a la casa del llavero saliente.

La resurrección y el “encuentro”

Uno de los actos finales de la Semana Santa en Chilcas es el encuentro del Cristo resucitado con su madre la virgen María durante la procesión del domingo de resurrección. La importancia de este encuentro tiene dos motivaciones en este pequeño pueblo andino: el religioso y el civil. En lo religioso, el rito comienza con la “misa” oficiada por los maestros cantores, que no es propiamente misa, es mas bien un acto litúrgico campesino similar a la misa real, antes de la procesión. Muy de madrugada, las autoridades de vara y muchos voluntarios, cumplen con adornar los cuatro costados de la plaza, con sementeras, plantas y animales, debidamente condicionadas, para dar paso a las imágenes de la procesión pascual. En efecto, la procesión sale de la iglesia durante la mañana del domingo: Cristo resucitado por el lado derecho y la virgen María por el lado izquierdo de la plaza. Acompañados por la feligresía, distribuida a razón de una llavería por lado, la procesión progresa lentamente, Cristo del Triunfo cargado por varones y la virgen María en hombros de las mujeres, siempre bajo la infaltable melodía de la marcha regular de las bandas de músicos. Ambas imágenes se encuentran frente a frente, entre reverencias sobre los hombros de los varones y mujeres creyentes del pueblo. Esta primera parte de la procesión culmina cuando las andas descansan en tierra, una frente a la otra.

Aquí comienza la parte civil de la ceremonia. Las autoridades de la comunidad campesina y del distrito se instalan con sus libros delante de las andas para presidir el acto de las elecciones de los nuevos cargontes de llaveros. El público se congrega alrededor de la mesa de las autoridades para presenciar y participar en las elecciones, que se realizan en medio de murmullos, griteríos, acusaciones y actos voluntarios. Cuando el secretario lee los nombres de los comuneros que están en turno para los cargos de la llavería, se inician las protestas y también las disculpas. Como hemos dicho anteriormente, la llavería es el último cargo obligado que debe pasar un comunero en Chilcas y es la responsabilidad que cuesta caro. Antes de ser llavero, cada comunero ha pasado varios cargos civiles y otros tantos cargos religiosos en las diferentes fiestas, principalmente la del patrón Santiago. Ser comunero, además, significa un conjunto de derechos que la comunidad le brinda a cada comunero, tales como el derecho a parcelas de tierra, el derecho a los turnos de agua de riego, el derecho al libre pastoreo de sus animales en los espacios del territorio comunal, etc. La contrapartida de dones es la responsabilidad de pasar fiestas y la llavería es la última.

Este es el momento en que la gente increpa a algunos comuneros, que estando en turno logran eludir esa responsabilidad y la cargan sobre otros. Tienen razón en gritar: ¡A él le toca! ¡Que cumpla con el cargo como los demás comuneros! ¡Hay que suspenderle su turno de agua! Algunos acusados guardan silencio y esperan pacientemente el desenlace; otros comuneros se disculpan, hasta piden perdón al pueblo de no poder cumplir con el cargo. Hay quienes piden un año más de tregua par entrar en el cargo. Pero la participación popular continúa, se escuchan muchas voces como medio de presión popular. En algún momento, a veces después de varias horas de discusiones bulliciosas, alguien acepta el cargo. Entonces se escuchan los aplausos, las congratulaciones, los abrazos de familiares y amigos. Otras veces, aparece también un comunero que voluntariamente, antes de estar en turno, se ofrece adelantar en el cargo de llavero. Con ellos se completa el dúo de cargontes para el año venidero y desde ese momento se inician las relaciones de cooperación, de ofrecimientos de apoyo en productos, en música, en víveres, ceras y otros menesteres que se requieren para cumplir cabalmente el cargo de llavero. Por todo esto, la procesión triunfal del “encuentro” del Cristo resucitado y de la virgen María, se nutre de un extraordinario ingrediente, donde se puede pulsar la dinámica de la aparentemente apacible vida campesina de los Andes peruanos. Terminadas las elecciones con la firma de reafirmación de los nuevos funcionarios en el libro de actas de la comunidad campesina continúa la parte final de la procesión pascual. Por la tarde del domingo se escenificará el paseo de Judas por las calles de Chilcas, que también culmina con la lectura de un singular y jocoso “testamente” a sus herederos y herederas.

Paseo de Judas modernizado por las calles de Huayllacayán. En todos los pueblos del Perú andino, también en Chilcas, el paseo y la lectura del testamento de Judas marca el fin de los actos de la Semana Santa.




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